sábado, 29 de diciembre de 2012

Segunda morna

Luego llegó la lluvia y pase hasta yo. Un buen día me levanté y el cuerpo que tanto me dolía ya no era un cuerpo. Me fue fácil mirar hacia los lados, hacia delante, hacia detrás y sobre todo hacia dentro...

Debió ser una suerte de reencarnación en vida. Pero así renacido le di gracias a la vida de tantas cosas que me trajo. Gracias por haber vivido y gracias por haber soñado y crecido...

Luego me apenó que el coste de todo esto sea perder amigos. Ya sabes en mi planeta y en mi cuento si domesticas una rosa o a un zorro eso es ya para siempre... Así que decidí hacerme un hatillo con los mejores recuerdos de cada uno. Un album fotográfico de lo que fue y será...

Después aprendí lo que es una morna, y con mi bolsa repleta de sonrisas y una más, puesta en la cara, desaparecí lentamente por el horizonte cantando una canción...

domingo, 4 de noviembre de 2012

Agárrate...

Y mientras, el agua sigue desnudándonos. Y mientras, la orquesta sigue tocando.
No hace tanto fuimos niños descubriéndolo todo. No hace mucho que nos daba igual perseguir a un escarabajo pelotero, que bailar en la plaza del pueblo. Y tal vez hace demasiado. El agua sigue cayendo hacia abajo y yacemos enredados entre la comodidad y el barro...

Pero no todo se ha perdido. 


Algún día me escaparé de manicomio. Arrancaré a pulso el dispensador de agua. Atravesaré la ventana e iré a rescatarte...


Algún día te buscaré hasta encontrarte, te tomaré de la mano y nos desdibujaremos en una estampa dentro de un inmenso sol poniéndose.

Algún día, mientras escuchas tu canción, apareceré con una sonrisa tras las rejas, y saltarás y soltarás la tela de Ariadna que paciente tejes, y bailarás como si aquel tiempo de ser niños aun existiera...

Y lloraremos...


lunes, 14 de mayo de 2012

O

En mitad del jardín, rodeada de frescor, escondida entre el verde... Me acerco. Quieres que me acerque. Te admiro, te miro, te devoro. Siento el narcótico placer de tu sonrojo incrustado con ternura en mi retina. Me sientes, me presientes, me cautivas. Se detiene un instante gigante el caudal del diluvio desbocado de mi vida. Tus pétalos actuan por minutos de pantanos que amedentran la coartada de mi huida. Y así acurrucado en tu estambres me quedo dormido.

Cuando el sol se asoma por encima de la farola del ventanal, descubro que no todas las amapolas son granjeras. Alguna que otra es cazadora, como dijo el poeta, del fondo de las almas, y aun hay otras, las más belicosas, que se disfrazan de las ganas inocentes de beber, que te invitan a manjares infinitos, hilos infinitos de Ariadna para escapar al final, acaso para no volver...

En mitad del jardín, rodeada de frescor, agazapada en la orilla, encontré una lucecita... y sabes, que no siempre se adivina, cuando estas luces se transforman en estrellas o cuando se metamorfean en hoteles california sin salida

Basoalto

martes, 8 de mayo de 2012

Después

El tiempo me lleva, me trae, me sube, me invierte, me convierte, me reduce, me seduce, me dispara...


Y después de mil vueltas siempre acabo de bruces en la puerta sin entrada de una estación extraña. Miro dentro, se despista mi carcelero y me libero, un segundo, de su aguerrida mordaza. Me cuelo. El tren de lo escrito se dispone a salir, como cada martes, hacia el futuro, o al menos a su encuentro.


Amontonados en sacos de párrafos, de versos, de estrofas cantatas, van, como por casualidad, alegremente las palabras. Destino a un final tan incierto como eterno. De repente, sin querer, me tropiezo con un estribillo. Al principio no lo reconozco, pero después, comprendo, al enredarse con cariño en mi rodilla, que fue mío. Y me entristezco. Y me alegro.


Y comprendo que más allá del tiempo que es y del que fue, existe un mañana donde nuestro rastro correrá dejando sendas como estelas en el corazón de las montañas...


y no tendré que volver yo más, porque mis palabras seguirán volviendo para siempre con una irreverente "reverberancia", aún después de que definitivamente me vaya.